Volver a los temas de Palabras de Aliento

 
nublado

"Obstáculos para recibir más"

Por John Arnott

Cuando vienes a recibir algo de Dios no puedes pedir en fe si, en cierta medida, estás esperando algo falso. Tenemos que tener más fe en la capacidad de Dios para bendecirnos que en la capacidad de Satanás para engañarnos.

 

Un análisis de la relación que existe entre nuestros temores y el freno que impide que nos acerquemos a Dios.
“Si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:13).

Cuando venimos a Dios con un corazón de niño, rendido, abierto, y le pedimos el Espíritu Santo, lo recibiremos, porque todo lo recibimos de Dios por fe. Pero algunas veces hay cosas en nuestros corazones que son obstáculos para nuestra capacidad de abrirnos completamente a Dios. Uno de los factores básicos que limitan nuestra capacidad para recibir más de Dios es el temor.

Dado que tenemos miedo a algunas cosas, personas o situaciones, ponemos controles que evitan que nos volvamos vulnerables o que seamos heridos otra vez. Muchos de nosotros luchamos contra miedos que nos controlan y nos impiden avanzar con Dios en fe.

Dios es más grande que nuestros temores
Algunos de nosotros hemos llegado a tener miedo de confiar en cualquier cosa que nos enseñen, porque alguien, en algún lugar, ha distorsionado esa enseñanza o esa experiencia. Queremos la verdad, pero hemos perdido el coraje de buscarla.
Hace algunos años cuando leía libros y artículos que documentaban todas las formas de abuso espiritual y las tangentes teológicas erradas que corrompían a la Iglesia, perdí toda esperanza, y me dije: “¿Qué sentido tiene? ¿Por qué no abandonamos todo? No hay forma de que podamos ganar. A Dios no le importa. Todos están perdidos. Podríamos dedicarnos a otra cosa, ganar algún dinero y aguantar hasta el final, tratando de sobrevivir”.
Había olvidado cuán grande es verdaderamente Dios. Me llevó tres días decir: “Eh, espera un minuto. Tenemos un Dios grande. ¡Tenemos un Dios muy, muy grande!”

Dios es quien mantiene unido al universo. Piensa en lo grande que es el universo. En una época, nuestro planetario de Toronto tenía un mapa con todas las galaxias, las estrellas y los planetas. Era un plano enorme que cubría toda una pared. En un punto del mismo se encontraba un pequeño cartel que decía: “Usted está aquí”. La Tierra era una mota de polvo en ese mapa, y me hacía pensar: “Mira lo que es el tamaño del universo comparado con la Tierra”.

Pero Dios, nuestro Padre, tiene toda esa cosa enorme en la palma de sus manos. Y la mantiene unida con su palabra de poder (Hebreos 1:3). ¿Cree que Él puede ocuparse de su Iglesia? ¿Puede cuidarnos a ti y a mí? Pero nos ponemos histéricos: “Me pregunto si Dios me acompañará hasta el final”. Muchos de nosotros tenemos una maravillosa teología de la soberanía de Dios, pero podemos creer que Satanás podría robarse a la Iglesia de Dios.

Tenemos un Dios grande que nos cuida con ternura. No tenemos por qué temer. El temor le cerrará el paso a nuestra fe y hará que nos encerremos para intentar estar seguros. Descubramos esos temores y descubramos cómo superarlos para recibir todo lo que Dios tiene para nosotros.

Temor a las emociones
¿Quién nos dio nuestras emociones? Dios. ¿Por qué? Porque Él es bueno. Dios tiene emociones, y nosotros las tenemos porque fuimos hechos a su semejanza. Obviamente, son buenas. Pero tenemos miedo de ser emocionales. Se nos advierte: “Ten cuidado: he oído que en esas reuniones se vuelven muy emocionales. Ten cuidado del emocionalismo”. El miedo a ser emocionales puede hacer que algunos de nosotros no busquemos a Dios con todo el corazón.

¿Acaso las criaturas tienen miedo de ser demasiado emocionales? ¿Cuándo fue la última vez que viste a un niño de seis años con miedo de ser demasiado emocional? Los niños no se preocupan por eso. Simplemente ríen y lloran y toman la vida como viene, sin negar quiénes son en realidad. Dios nos dijo que viniéramos a Él como niños. Algunos de nosotros necesitamos ser “auténticos”.
“Mas el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).

Cuando el Espíritu Santo viene trae esas cualidades a nuestras vidas. ¿Qué clase de persona es el Espíritu Santo? Él es amoroso, es gozoso, es pacífico, es benigno, es paciente, es bondadoso, es manso, es fiel. Esa es su personalidad.
No puedes recibir demasiado gozo. No puedes recibir demasiada paz. No se dice: “Tienes demasiada paz; te has pasado del límite, estás pecando”. No hay ley contra estas virtudes. Quizá estés pensando: “¿Y qué de la templanza, el autocontrol?” Pues bien, el Espíritu Santo nos da autocontrol para utilizarlo contra el pecado, no contra las cosas de Dios.

Temor a ser engañado
Nadie quiere ser engañado, pero tampoco queremos reaccionar con un temor exagerado, como hacemos a veces los cristianos. “¿Oraste en toda tu casa hoy? ¿Pusiste aceite en los parachoques del auto? Ten cuidado de que no te engañen. Fíjate en esto, observa aquello. Ten mucho cuidado”.

Hace años conocí a un hombre que tenía un frasquito con aceite. Dondequiera que iba hacía pequeñas cruces en todo. Si entraba a tu casa, ungía todo, desde la puerta de adelante. Quizá te cause gracia, pero creo que si el diablo no puede detenerte, muchas veces te empuja demasiado. Muchos cristianos tienen este temor a ser engañados. Cuando tomamos una práctica bíblica como la unción con aceite y la llevamos a un extremo sin fruto, es posible que traigamos el reproche al Señor.

Cuando vienes a recibir algo de Dios no puedes pedir en fe si, en cierta medida, estás esperando algo falso. Tenemos que tener más fe en la capacidad de Dios para bendecirnos que en la capacidad de Satanás para engañarnos. Tenemos un gran Dios. ¡El diablo es muy pequeño para compararlo con Dios!
“¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:11-13).

¿Cómo sabes que no recibirás algo falso? Bueno, dime algo de tu corazón. ¿Sabes que tu Padre celestial te ama? “Bueno, creo que sí” ¿Sabes qué clase de Padre maravilloso es? “Creo que sí”. Bien, entonces, ¿por qué crees que si le pides algo bueno, Él permitirá que Satanás te dé algo falso? En realidad es muy simple, es cuestión de confiar en Dios. Las manifestaciones no son la prueba. ¡El fruto en el corazón es la prueba! (Mateo 7:16).

Es sorprendente cómo el miedo al engaño puede hacer entrar en cortocircuito a la fe de muchos que desesperadamente necesitan un toque de frescura del cielo. Dios nos ama, Él es fiel, y no nos dará algo falso. Tenemos que acercarnos a Él en fe. No venimos esperando algo que no sea auténtico. No venimos esperando ser engañados. ¡Venimos a Dios y esperamos más del Espíritu Santo!

Temor a los fenómenos y a la manipulación

¡Algunos de nosotros tememos que los extraños fenómenos sobre los cuales hemos oído nos sucedan a nosotros!
Un pastor vino a una conferencia de pastores y le dijo a mi esposa:
– Tengo mucho miedo de caerme. ¿Le molestaría que directamente me tendiera en el suelo?
Ella se sorprendió, pero le dijo:
– No, por supuesto, hágalo.
El hombre se tendió en el suelo. Luego ella oró por él, y el Espíritu de Dios vino con poder. Este pastor quitó del medio todo el tema de las caídas. Piensa en el efecto que tuvo sobre él simplemente el hecho de tenderse en el suelo. Los motivos de este pastor eran, obviamente, correctos, y Dios lo visitó en una forma maravillosa. Él simplemente actuó en relación con sus temores en una forma aceptable, como un niño.

Algunas personas temen a los fenómenos porque no quieren ser vulnerables. ¿Has notado que estás fuera de tu “zona de comodidad” cuando estás tendido en el suelo o cuando estás temblando? Sientes que todo el mundo te está mirando. Te sientes vulnerable. Piensas que quizá alguien te pise o que te ves muy tonto.
Fe, vulnerabilidad y humildad son ingredientes necesarios para recibir más de Dios. Debemos decir: “Señor, sea lo que fuere que desees hacer, estoy abierto. Quiero más de ti”.

Quizá en tu caso el problema no son las manifestaciones, sino el temor a ser manipulado. Quizá anteriormente hayas encontrado que alguien pensaba que si tú no te caías él quedaría muy mal, así que trató de ayudarte a caer. Algunos evangelistas han desarrollado un estilo muy enérgico, y supongo que está bien. Pero cuando me sucedió a mí, me sentí manipulado. Lo importante no es si te caes o no.
Lo que verdaderamente importante es que recibas un toque significativo de Dios que haga un profundo impacto en tu corazón.

Sigue acercándote a Jesús y confiesa tu temor a los fenómenos o a ser manipulado. Deja que Él te libere de eso… y luego recibe como Él quiera. Tomado del libro: La bendición del Padre de Editorial Peniel

  Volver a los temas de Palabras de Aliento